La política existe para gestionar
dos características de los seres humanos: Somos gregarios, y además somos
imperfectos. En efecto, la convivencia humana ocurre por medio de la conformación
grupos sociales en los cual existen múltiples intereses que en muchos casos
derivan en conflictos de diferentes tipos, niveles e importancia. Dichos conflictos
deben dirimirse dentro del marco del bienestar colectivo, siendo el medio
idóneo la Política. Por su parte, al ser imperfectos, nuestras acciones pueden
generar resultados indeseados o incorrectos, cargado de errores y fallas que
pueden afectar al colectivo. Siendo así, la Política pretende ser el medio por
el cual los actores sociales tiendan a hacer las cosas moralmente válidas, ello
implica la necesidad de la existencia de fuerzas externas que propicien el
orden que haga posible la convivencia. La Política busca el equilibrio de dos
polos: La lucha y el orden. Esta última hace posible la coexistencia social. No
es posible vivir en eterna lucha, como es ingenuo pensar que se puede existir un
constante orden. Para ello atenta nuestras imperfecciones.
Existen múltiples factores que
son caldo de cultivo de los conflictos sociales, generadores de lucha, algunos
de ellos son: Clases sociales, la cultura y religión, las ideas y la defensa de
las mismas, la geografía, la población y el dominio de los recursos naturales.
Todos conflicto social atenta contra el orden, que hace factible la
convivencia.
La lucha se genera por alcanzar
el poder, lo cual es un impulsor constante de conflicto, debido a que existe
más aspirante que detentadores de ese poder. Unos pueden mandar y otros deben obedecer.
El deseo de obtener poder es inherente a la naturaleza humana, en la cual
existen individuos cuyo objetivo es alcanzar y desarrollar ese poder. El poder
político debe permitir el logro del orden social, teniendo, además una doble
característica, por una parte es un hecho de dominio y por otro los es de
gestión.
El poder político en su condición
de dominio se basa en la fuerza, que se traduce en capacidad de coerción para
generar el orden social. Desde su condición de gestión, este poder se asocia a
las funciones de gobierno que deben acarrear soluciones de problemas sociales.
Esto implica responder la pregunta de qué hace el gobierno, que no otra cosa
que políticas públicas. Es importante resaltar, que el poder que emana del
contrato social, distinto a la fuerza pura, es objeto de la exigencia de
resultado y soluciones. A quienes ostentan el poder originado de la fuerza pura
no ofrecen soluciones a la sociedad y no se les puede exigir ello.
Ahora bien, el poder requiere de
un elemento fundamental para su mantenimiento: La legitimidad. Que genera
consentimiento, es decir su aceptación, tanto por los hechos, como de Derecho. La
legitimidad puede ser de tipo dinástica, teológica y más modernamente,
democrática.
En democracia el poder no es un
atributo personal, es una responsabilidad. No es inherente a la persona, sino a
las instituciones que el funcionario representa. El poder del Presidente de la
República, or ejemplo, no le pertenece como individuo, lo ostenta por mandato del cargo que
desempeña. Al abandonar el cargo, deja de tener poder. Todo ello significa, que
el poder pasa de lo personal a lo institucional.
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