Estructura del Control Interno
La teoría de control interno que ampara el presente escrito proviene del informe COSO (Committee of Sponsoring
Organizations- dependiente de la comisión parlamentaria Treadway de EE.UU).
Dicho documento fue publicado en EEUU en el año 1992. Según Rebaza y Santo
(2015), ese documento fue producto de la necesidad surgida por los procesos de
integración de la economía mundial que requería de un modelo integrador de las
diferentes prácticas de control interno existente a la fecha. Fue un intento de
crear un marco conceptual que permitiera la operacionalización de las
herramientas del control interno. A través del COSO se pretendió crear un
modelo estándar que permitiera la evaluación del control interno, estableciendo
las mejores prácticas para su diseño e implantación en las organizaciones.
De
acuerdo a Viloria (2005) y Mantilla (1998) el modelo teórico COSO, el control
interno se encuentra estructura en cinco componentes: el ambiente de control,
la evaluación de riesgo, las actividades de control, la información y
comunicación y supervisión, seguimiento o monitoreo.
El ambiente de control. El control interno debe fundamentarse en una actitud ética, honesta y
transparente de los miembros de la organización, comenzado por los líderes de
la misma. El control debe ser visto como un mecanismo de mejoramiento continuo,
que permite minimizar riesgos y en el que cada individuo aporta soluciones
importantes. Para Estupiñan (2006) el ambiente de control “es el elemento que
proporciona disciplina y estructura…se determina en función de la integridad y
competencia personal de una organización; los valores éticos son elemento
esencial que afecta a otros componentes de control” (p. 4). En ello coincide la
firma Coopers & Lybrand (2007), quienes afirman que la mencionada variable
o componente influye de manera importante en la creación de una conciencia de
control en el personal, es un modelador del comportamiento organizacional y
fortalece la disciplina institucional.
El ambiente de control se encuentra asociada
a la cultura organizacional de la organización. El control interno debe
fundamentarse en esas creencias, actitud, valores y aceptación por parte de sus
integrantes de la institución. Sin embargo, debe reconocerse que para la
existencia de un ambiente de control propicio es necesario que la dirigencia
predique con el ejemplo. Muy poco efecto tendría el diseño de un sistema de
control interno que sea inobservado desde la cumbre de la organización, lo cual
ocurre con frecuencia. Según Rebaza y Santos (2015), el ambiente de control
tiene como pilares fundamentales la integridad, los valores éticos y la propia
estructura organizativa.
Para Mantilla (1998), el ambiente de control
“consiste en la integridad, los valores éticos, y la competencia del personal
de la entidad, así como la filosofía y el estilo de operación de la
administración” (p. 9). El autor en referencia se refiere al “tono en los
alto”, lo cual significa que las máximas autoridades, debe propiciar con el
ejemplo la existencia de un ambiente propicio para el fortalecimiento del
control interno de los procesos, situación que redunda en beneficio de la
organización y de todos sus integrantes.
Con respecto al “tono en los alto”, White y
Prywes (2010), mencionan una investigación desarrollada en la Universidad de
Michigan, EEUU, la cual estuvo enfocada en el estudio del control interno de un
conjunto de empresas estadounidenses. Explican los autores que los resultados
de la investigación mostraron un factor preponderante que afectaba la
eficiencia del control interno en cualquier organización. Ello lo llamaron “el
tono en la cúpula”. Al respecto comentaron que “los empleados tiene que saber
que sus líderes esperan que se rijan por normas transparentes de integridad y
por las políticas y procedimientos establecidos, de lo contrario sufrirán las
consecuencias. Por ello, se le pedirá cuentas” (p. 58). Un fuerte liderazgo
enfocado en el control interno como un valor intrínseco, es una condición
importante para el fortalecimiento de la gestión administrativa. Poco se les
puede requerir a los integrantes de un cuerpo social si sus dirigentes ofrecen
ejemplo de actuación que distan de la moral y la ética.
El
ambiente de control influye de manera decisiva en la forma como la organización
diseña sus actividades, debido a que impacta los objetivos y metas, en cuanto a
la posibilidad de alcanzarlos. Las instituciones con sólidos sistemas de
controles internos, lo son por tener a personas involucradas, con clara
conciencia de su importancia en la organización y de su responsabilidad en el
éxito de la misma. Poseen fuerte arraigo y compromiso institucional, siendo
parte de una cultura organizacional en el que control es un componente de ella.
En fin, hacen gala de un tono por lo alto positivo: el ejemplo de la moral,
integridad y la ética desde arriba.
La
evaluación riesgo.
La
organización para ejecutar sus actividades rutinarias debe enfrentar diversos
riesgos financieros, de mercados y operacionales, entre otros. Unos alimentados
por circunstancia externas y otras internas. Ahora bien, un riesgo puede
definirse como la probabilidad de que ciertos objetivos no sean alcanzado
(Viloria, 2005). Por su parte, Rebaza y Santos (2015) afirman que esa
posibilidad obstruccionista a los objetivos deseados puede originarse por
eventos internos y externos. Las causas que impiden el logro de los objetivos
organizacionales pueden ser diversas, pero es necesario que ellas sean
identificadas, previstas, conocidas y por supuestos afrontadas. De allí radica
la importancia de la evaluación de los riesgos.
Los riesgos deben ser
administrados con el propósito de minimizar su impacto en la organización, pero
para ello es necesario evaluarlos, lo cual a su vez requiere que sean
adecuadamente identificados y analizados. Los riesgos deben asociarse con las
metas y objetivos que ponen en peligro, debido a que ellos merecen los mayores
esfuerzos y atención. Debe recordarse, que administrar tiene sus costos, por lo
cual el manejo de los riesgos debe efectuarse con criterios de economía y
eficiencia.
Evaluar los riesgos implica su identificación
y análisis, “que se relaciona con el logro de los objetivos; la administración
debe cuantificar magnitud, proyectar su probabilidad y sus posibles
consecuencia” (Estupiñan, 2006: p. 6).
La
evaluación de riesgo debe conllevar al establecimiento de políticas de
administración que permita su manejo, para ello es necesarios establecer
las normas y procedimientos para que
haga posible de manera lógica identificar los riesgos, cuantificarlos,
valorarlos y minimizarlos.
Las
actividades de control.
Al
respecto Coopers & Librand (1997), menciona que las actividades de control
se refieren a “las políticas y los procedimientos que ayudan a asegurar que se
llevan a cabo las instrucciones de la dirección. Ayudan a asegurar que se toman
las medidas necesarias para controlar los riesgos relacionados con la
consecución de los objetivos” (p. 5). Cada acción que se lleva a cabo en la
institución tiene aparejado las correspondientes actividades de control. Desde
la más simple transacción hasta la más compleja, son objeto de mecanismos de
control interno: una firma, un sello, una revisión, una conciliación o una
autorización, son ejemplo de ello.
Actividades de control
bien diseñadas y por supuestos, respetadas y justamente aplicadas, minimizan de
manera considerable la exposición de los riesgos. De allí su importancia para
la institución.
De acuerdo a Estupiñan (2006), las
actividades de control se clasifican en:
“Controles preventivos
Controles detectivos
Controles correctivos
Controles manuales o de usuarios
Controles de cómputos o de tecnología de
información
Controles
administrativos” (p. 7)
La
información y la comunicación.
Un
sistema de control interno eficiente debe permitir el manejo adecuado de la
información que se genera en los procesos. Debe ser posible obtener, analizar y
suministrar información que sea útil, oportuna y pertinente para los miembros
de la organización y que permita que los mismos ejecuten sus actividades y
cumplan sus responsabilidades de acuerdo a lo que se espera de ellos.
Resulta importante para
las organizaciones tener una perspectiva clara de lo que representa la
información y la comunicación. Ellas son elementos que permite la generación de
conocimiento que coadyuva al crecimiento y desarrollo de las mismas. En el
medio interno y externo de la organización existen infinidad de datos, que
estando aislados no agregan valor, pero siendo manejados, combinados y
transformados de acuerdo a determinados objetivos, son convertidos en
información, la cual por medio de un proceso de análisis crítico permite
obtener el conocimiento necesario para fortalecer la comunicación institucional
y la toma de decisiones.
En los procesos
generados por las operaciones de la organización, debe existir mecanismo que
permitan de manera oportuna verificar que los resultados se están alcanzando
según lo esperado. De constatarse alguna desviación el sistema de información
debe ser capaz de señalarlo, permitiendo que se tomen los correctivos
necesarios. Ese mismo sistema de información debe posibilitar la comunicación
clara, transparencia y ágil de los involucrados en el proceso o procedimiento
objeto de control.
Es
necesaria la existencia de un sistema de información que permita, en tiempo
real, el manejo de reporte e informes útiles para la toma de decisión.
Supervisión,
seguimiento o monitoreo.
Las
actividades que rutinariamente se ejecuta en una organización y las cuales con
objeto del sistema de control interno, deben ser monitoreadas constantemente
para verificar que el mismo esté funcionando adecuadamente, es decir que
funcione según lo planificado. Esta situación es imprescindible para el manejo
de los riesgos.
De lo antes señalado se
desprende que el monitoreo y seguimiento del control interno es un proceso
continuo y periódico que permite su evaluación constante, con lo cual se logra
establecer cuál es el nivel de funcionamiento del mismo. Todo ello permite, en
caso de ser necesario, tomar los correctivos que sean necesarios.
El mantenimiento de un
sistema de supervisión y seguimientos de los controles internos es muy
importante en entornos dinámicos, en los cuales los cambios son cada vez más
acelerados. Esos cambios, ponen en riesgo de obsolescencia a cualquier
mecanismo de control. Acciones eficientes en el pasado, pueden no serlo en el
presente, por lo cual conveniente estar atento a ello, para ajustar cuando sea
necesario, hecho que asegura que el cumplimiento de los objetivos y la
salvaguarda de los activo sea posible.
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Aspectos Básicos de la Auditoría y el Control Interno
La AUDITORIA es un proceso por
medio del cual una persona, o conjunto de ellas, calificadas y con competencia
profesional, examinan, investigan o revisan informaciones, registros,
procedimientos, controles, entre otros, de manera crítica y sistemática, con el
propósito de poder emitir una opinión sobre la razonabilidad de los eventos
verificados. Al respecto de la definición de auditoría, se tiene lo siguiente:
La definición internacional
más aceptada, dice que el objetivo de un examen de los estados financieros de
una compañía, por parte de un auditor independiente, es la expresión de una
opinión sobre si los mismos reflejan razonablemente su situación patrimonial,
los resultados de sus operaciones y los cambios en la situación financiera, de
acuerdo con los principios de contabilidad generalmente aceptados y con la
legislación vigente (Mira, 2006: p. 4)
El autor se refiere a opinión razonable, debido a
que el Auditor, difícilmente tenga la posibilidad de establecer la veracidad
absoluta de los procesos operativos y financieros que un ente desarrolla y las
cifras que estos producen. Esto debido a que, es casi imposible examinar la
totalidad de los eventos que ocurren en un periodo dado, ya sea por razones de
tiempo, espacio y/o recursos. A este respecto Blanco (2004) señala que “la
seguridad total no se logra ni en la contabilidad ni en la auditoria, debido a
factores tales como: la aplicación de criterios, el uso de muestreo, y la
limitación inherente al control interno” (p. 151). Adicionalmente, la Norma
Internacional de Auditoría (NIA) 200, en su párrafo 18 explica las razones que
dificultan la posibilidad cierta de que el Auditor pueda emitir un dictamen u
opinión impregnada de absoluta seguridad.
Un
auditor no puede obtener seguridad absoluta porque hay limitaciones inherentes
en una auditoría que afectan la capacidad del auditor para detectar
representaciones erróneas de importancia relativa.-Estas limitaciones son
resultado de factores como los siguientes:
-
El uso de pruebas.
-Las
limitaciones inherentes del control interno (por ejemplo, la posibilidad de que
la administración sobrepase el control o de colusión).
-El
hecho de que la mayor parte de la evidencia de auditoría es persuasiva más que
conclusiva.
Para Blanco (ibídem), “la auditoría
financiera tiene como objetivo la revisión o examen de los financiero por parte
de un Auditor distinto del que preparó la información contable y del usuario,
con el fin de establecer su racionalidad”. Al referirse a una persona distinta
a la que preparó los estados financieros, se refiere este autor a la
independencia que debe tener el Auditor en la ejecución de su trabajo, siendo
por tanto la responsabilidad de la elaboración de esos documentos contable de
la administración activa de la empresa.
Además de la independencia que debe
poseer un Auditor, un elevado grado de preparación y fuerte arraigo a valores
éticos en el desarrollo de sus funciones, es necesario que este profesional
asuma su labor con cierto escepticismo como lo menciona la Norma Internacional
de Auditoría (NIA) 200, en su párrafo 15 cuando establece que “el auditor
deberá planear y desempeñar una auditoría con una actitud de escepticismo
profesional reconociendo que pueden existir circunstancias que hagan que los
estados financieros estén representados erróneamente en una forma de
importancia relativa”. En el siguiente párrafo, el 16, la NIA 200 profundiza en
el tema del escepticismo como actitud crítica que debe acompañar al Auditor y
establece que;
Una
actitud de escepticismo profesional significa que el auditor hace una
evaluación crítica, con una mentalidad cuestionante, de la validez de la
evidencia de auditoría obtenida y está alerta a evidencia de auditoría que
contradiga o ponga en duda la confiabilidad de los documentos y respuestas a
averiguaciones y otra información obtenida de la administración y de los
encargados del gobierno corporativo. (..) Cuando hace averiguaciones y
desempeña otros procedimientos de auditoría, el auditor no quedará satisfecho
con evidencia de auditoría que sea menos que persuasiva con base en una
creencia de que la administración y los encargados del gobierno corporativo son
honrados y tienen integridad. En consecuencia, las representaciones de la
administración no son un sustituto de la obtención de suficiente evidencia
apropiada de auditoría para poder extraer conclusiones razonables sobre las que
se base la opinión del auditor
El párrafo 2 de la Norma Internacional
de Auditoría (NIA) 200, menciona que “El objetivo de una auditoría de estados
financieros es facilitar al auditor expresar una opinión sobre si los estados
financieros están preparados, respecto de todo lo importante, de acuerdo con un
marco de referencia de información financiera aplicable”. Es el dictamen o la
opinión sobre la información que aparece reflejado en los estados financieros,
el resultado final del trabajo del Auditor, el cual resulta importante para los
usuarios de los mismos, que posee un veredicto de un profesional independiente,
que le permite tomar decisiones en el marco de cierto grado de seguridad.
El enfoque de auditoría debe ser
diseñado para reunir las pruebas suficientes y apropiadas para apoyar el
dictamen de auditoría de la manera más eficiente y eficaz, para ello debe
cumplirse los siguientes pasos o actividades:
Actividades preliminares del trabajo.
En la etapa de planeación, el Auditor debe asegurar que:
- Que el cliente haya aceptado las condiciones las condiciones establecidas para llevar a cabo el trabajo de auditoría. .
- Se hallan revisado los aspectos de control de calidad para el trabajo incluyendo la revisión de la competencia del equipo para llevar a cabo la asignación y control del cumplimiento de los requisitos éticos, incluyendo la revisión de los requisitos de independencia.
Planeación. Esta etapa resulta
neurálgica para el posterior desarrollo de la auditoria, es la planificación,
que sirve como base de apoyo de todas las acciones que debe ejecutar el
Auditor. De ella depende en gran medida el éxito del examen posterior que debe
realizarse. Sin embargo, la génesis del proceso planificación tiene que ver con
lo que algunos autores denominan estudio previo (Estupiñan, 2010).
La planeación es esencial para
concentrar los esfuerzos de auditoría. Los componentes clave de la
planificación son: la identificación del alcance del trabajo, desarrollando los
siguientes aspectos:
·
Una estrategia de auditoría, teniendo en cuenta el alcance del trabajo.
·
El negocio y el entorno normativo en el que opera la entidad.
·
Los objetivos de información, el calendario o programa de auditoría y la
naturaleza de la comunicación requerida.
·
Cuestiones relacionadas con la dirección de la auditoría incluyendo el
establecimiento preliminar de niveles de materialidad, la revisión preliminar
de riesgos incluyendo el riesgo de fraude, la revisión preliminar de control
interno, incluido el entorno de control y el proceso adoptado por la entidad
para identificar, medir, monitorear y controlar los riesgos.
Desarrollar, con base en lo
anterior, el plan general de auditoría detallando la naturaleza, el calendario
o programa y el alcance de los procedimientos de auditoría que se van a llevar
a cabo con el fin de reducir el riesgo de auditoría a un nivel aceptablemente
bajo, la naturaleza de las pruebas que se van a adoptar, los procedimientos que
se realicen al nivel de aseveración y la adaptación de los programas o cédulas
de auditoría a las necesidades específicas.
- La realización de la prueba de los controles y las pruebas sustantivas sobre las transacciones y saldos, incluyendo los procedimientos analíticos sustantivos para obtener evidencia de auditoría suficiente y adecuada para que el equipo de trabajo pueda llegar a conclusiones razonables sobre las cuales se base el dictamen de auditoría.
- Evaluación de los supuestos significativos utilizados en la medición del valor razonable.
- La identificación de partes relacionadas y la obtención de pruebas suficientes y adecuadas de auditoría en materia de medición y la divulgación de las transacciones con partes relacionadas.
- La documentación de la naturaleza, el calendario o programa y del alcance de los procedimientos de auditoría realizados y los resultados y las conclusiones alcanzadas de la evidencia de auditoría obtenida.
Conclusión y otras áreas de auditoría. La revisión y los procedimientos
de conclusión se concentran en asegurar que se haya obtenido evidencia
suficiente y adecuada para apoyar el dictamen de auditoría. Se trata de afirmar
que:
- Se aclaren todos los asuntos pendientes.
- Se documenten y resuelvan las consultas sobre asuntos difíciles o polémicos de manera adecuada y que se hayan aplicado las conclusiones pertinentes.
- Se hayan realizado los procedimientos analíticos para llegar a una conclusión sobre si los estados financieros tomados en su conjunto son consistentes con los conocimientos del negocio por parte de la firma.
La planificación de la auditoría
La planificación es una actividad
que busca anticiparse mentalmente a los eventos que pudieran ocurrir en el
futuro, es decir qué pudiera suceder, cómo y cuándo, y que hacer al respecto.
Significa, entonces, una modelación ideal del porvenir. Es una manera de
sistematizar las acciones del mañana, desde la perspectiva del hoy.
Planificar es prever, como diría
Fayol, “prever, aquí, significa a la vez calcular el porvenir y prepararlo;
prever es ya obrar.”(1983; p. 185). Como puede inferirse planificar es una
actividad que se ubica en el plano mental e intelectual. Es un momento
introspectivo, en el cual se vislumbra una situación deseada, que no
necesariamente va a ocurrir, pero que ayuda al planificador a estar preparado
para que cuando no suceda lo que se espera, se cuente con las herramientas
convenientes para estar preparado y se pueda responderse en consecuencia.
Para Ramírez (2008) la
planificación es entendida “como la mejor distribución de los recursos escasos
para lograr la viabilidad del objeto planteado, viene a ser lineamientos que,
definidos previamente a la actuación garantiza el alcance…”(p.23).
La carencia de una planificación
adecuada pone en riesgo la ejecución eficiente de la auditoria. Un plan mal
diseñado conlleva al desperdicio de recursos, humanos y financieros,
permitiendo el exceso de trabajo en área cuyo impacto no es el esperado dentro
del resultado final de la actuación, dejando otras que exigen más horas hombres
y que tienen un impacto sustancial en la búsqueda de la racionalidad de las
opiniones que emite el Auditor.
La planificación de una auditoría
financiera, y de cualquier otro tipo, parte del conocimiento adecuado del
negocio cuyos estados financieros deben ser examinados. Dicho plan, de acuerdo
a Blanco (2004) debería tener los siguientes en cuenta los siguientes
elementos: la obtención de un conocimiento suficiente del negocio del cliente,
de sus sistemas contables y de la eficiencia de su control interno. Es
necesario evaluar los niveles de riesgos que presenta la auditoria (riesgo
inherente, de control y de detección).
Adicionalmente, se requiere la “determinación y programación de la naturaleza,
oportunidad y alcance de los procedimientos que deban realizarse”. (Blanco,
2004, p. 55).
Evaluación del riesgo
Para el desarrollo del proceso de
auditoría, el profesional se enfrenta a múltiples riesgos, que deben ser
identificados, analizados y evaluación, con el propósito de administrarlo, lo
cual asegura que sea posible alcanzar los objetivos planteados. Según Blanco
(2004), el riesgo en auditoria “significa el riesgo de que el auditor dé una
opinión de auditoría inapropiada cuando los estados financieros están elaborado
en forma errónea de una manera importantes” (p. 65). Por su parte la NIA 200,
define el riesgo de auditoría en su párrafo 25 como
El
riesgo de auditoría es una función del riesgo de representación errónea de
importancia relativa de los estados financieros (o simplemente, el "riesgo
de representación errónea de importancia relativa"; es decir, el riesgo de
que los estados financieros estén representados erróneamente en una forma de
importancia relativa antes de la auditoría) y el riesgo de que el auditor no
detecte esta representación errónea (riesgo de detección).
Los riesgos más comunes que existen
en el proceso de auditoría son tres: los inherentes, los de control y el riesgo
de detección.
El riesgo inherente, según Blanco
(2004), se refiere a “la susceptibilidad del saldo de una cuenta o clase
transacción a una representación errónea que pudiera ser de importancia
relativa individualmente, o cuando se agrega con manifestaciones errónea en
otras cuentas o clases, asumiendo que no hubo controles internos relacionados”
(p. 65).
El riesgo de control. Es la
posibilidad que un error en las cifras de los estados financieros sea producido
por algún procedimiento cuya falla no sea detectado por los controles internos
de la empresa. El riesgo de control es una “función de la efectividad del
diseño y la operación del control interno para lograr los objetivos de la
entidad relevantes para la preparación de los estados financieros de la entidad”.
(NIA 200, párrafo 29).
El riesgo de detección. De a la
definición de la NIA 200, en su párrafo 31, “es el riesgo de que el auditor no
detecte una representación errónea que existe en una aseveración que pudiera
ser de importancia relativa, ya sea en lo individual o cuando se acumula con
otras representaciones erróneas”. Este riesgo se encuentra asociado a la
efectividad del diseño que el Auditor efectúe de su labor. Procedimientos
adecuadamente establecidos y ejecutados tienden a minimizar este riesgo. Sin
embargo, el Auditor siempre confrontará diferentes niveles de riesgos de
detección debido a que puede utilizar pruebas erradas o aplicar criterios de
acción equivocados, que no permitan lograr los objetivos planteados en la
actuación. Tal vez las actividades de revisión este bien planteada, pero existe
la posibilidad que el Auditor los lleve a cabo inadecuadamente, o peor aún, que
a pesar de estar todo el proceso ejecutado adecuadamente el Auditor llegue
conclusiones erradas.
El riesgo de detección presenta dos
componentes: el riesgo genérico y el de muestreo. El primero, es de tipo
general en el que se incluye cualquier factor que no corresponda
específicamente a la muestra seleccionada y que puede conducir al auditor a
llegar a conclusiones inadecuada sobre los saldos de alguna cuenta en especial
o sobre la eficiencia de los controles internos. El riesgo muestral se
relaciona con el nivel de la muestra seleccionada, lo cual significa la
posibilidad de determinar y escoger una muestra que no representa adecuadamente
las características de la población, situación que se traduce en la obtención
de información que puede llevar al Auditor a emitir conclusiones erradas.
Los riesgos inherentes y de control son
generados por la propia empresa, mientras que los de detección son imputables
al Auditor.
Sistema de control interno
El control es una de las
actividades más importante del proceso administrativo, debido a que permite la
evaluación continua de las actividades en cuanto a su cumplimiento y calidad
del desempeño. El control es un factor extremadamente crítico en el logro de
los objetivos generales, y su efectividad, depende de la información recibida.
Menciona Cooper & Librand (2007), que “el control interno no constituye un
acontecimiento o una circunstancia aislados, sino una serie de acciones que se
extienden por todas las actividades de una entidad. Esta acciones son
omnipresentes e inherentes a la gestión del negocio…” (p. 16). Significa que el
control interno debe encontrarse integrado en todo el quehacer organizacional.
Los controles internos pueden
clasificarse en diferentes categorías, tales como, contables y administrativas.
Los mismos pueden definirse de la siguiente manera,
1. Los
controles contables, comprenden el plan de organización y todos los métodos
y procedimientos cuya misión es la salvaguarda de los bienes activos y la
fiabilidad de los registros contables.
2. Los
controles administrativos se relacionan con la normativa y los
procedimientos existentes en una empresa vinculados a la eficiencia operativa y
el acatamiento de las políticas de la Dirección y normalmente sólo influyen
indirectamente en los registros contables. (Mira, 2006: p. 11)
El proceso administrativo posee
diferentes facetas, tales como la planificación, la organización, dirección y
organización. En cada una de ella el control interno cumple una función
importante, debido a que permite monitorear constantemente si lo establecidos
se está cumpliendo. Debe entenderse que el control interno debe estar
amalgamado a todas las actividades de la organización. Debe evitarse definirlo
como un elemento añadido o una carga, que entraba o burocratiza los procesos,
lo cual es una visión equivocada, que pone en riesgo la consecución de los
objetivos de la institución. En este sentido, Coopers & Librand (2007),
recomienda que los “controles internos son más efectivo cuando se incorporan a
la infraestructura de una entidad y forman parte de su esencia” (p. 17)
El control debe ser oportuno, es
decir que se requiere que ocurra en el momento que se precisa. Debe además,
seguir una estructura orgánica, siendo parte del proceso estratégico. Asimismo,
el control debe ser económico, lo que significa que su costo de aplicación sea
menor que los beneficios que ofrece. Por último, se espera que el control haga
resaltar las excepciones, es decir que tenga la capacidad de hacer evidente las
desviaciones cuando estas ocurran.
Ahora bien, ¿Cómo se define el control?:
Según Pacheco (2004), “se define como un proceso que compara los efectuado con
lo programado para establecer si hay desviaciones y adoptar las medidas
correctivas que mantengan la acción dentro del límites previstos” (p. 42). Como
afirma el autor, el control establece fronteras de aceptación de los resultados
esperados en el quehacer organización. Limites que son estipulados previamente,
bien sea por un plan, una norma u reglamento con cualquier otro instrumento de
dirección. La violación de esas fronteras activan los mecanismos correctivos
necesarios, lo cual permite que el norte a seguir sea respectado, ajustando el
rumbo de la acción.
En las organizaciones como sistemas
abiertos suceden los procesos de control en diferentes niveles, externos e interno.
Este último es de interés para el presente trabajo y el mismo puede ser
definido
en forma amplia como un proceso
efectuado por el Consejo Administrativo, la Dirección y el resto del personal
de una entidad, diseñados para proporcionar una razonable seguridad con miras a
la realización de objetivos en la siguiente categorías:
-
Efectividad y
eficiencia de las operaciones
-
Confiabilidad de la
información financiera
-
Acatamiento de las
leyes y regulaciones aplicada (Estupiñan, 2006: p. 1)
Samuel Montilla (2009: p.3),
citando al sistema COSO (Committee of Sponsoring Organizations- dependiente de
la comisión parlamentaria Treadway de EE.UU), define al “control interno como
un proceso, ejecutado por la junta de directores, la administración principal y
otros personal de la entidad, diseñado para proveer seguridad razonable en
relación con el logro de los objetivos de la organización”. Este autor,
establece, al igual que Estupiñan (2006), que el control interno parte de los
niveles más elevados de la institución (ambiente de control) y se irradia hacia
su base, quienes deberían ejecutarlo rutinariamente. Es por tanto una decisión
estratégica. Adicionalmente, plantea que el control interno provee una
seguridad razonable, no absoluta, de que los objetivos y metas planteados
pueden ser alcanzados por la organización. Es por tanto una probabilidad de
ocurrencia, es decir, que la aplicación de controles no asegura el éxito, sin
embargo la carencia del mismo seguramente si se traduzca en fracaso.
En Venezuela, el control interno es
definido por Ley Orgánica de la
Contraloría General de La República y del Sistema de Control Fiscal, publicada
en la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela Nº 37.347 de
fecha 17 de diciembre de 2001, que en su artículo Nº 35 mencionan que:
El Control Interno es un
sistema que comprende el plan de organización, las políticas, normas, así como
los métodos y procedimientos adoptados dentro de un ente u organismo sujeto a
esta Ley, para salvaguardar sus recursos, verificar la exactitud y veracidad de
su información financiera y administrativa, promover la eficiencia, economía y
calidad en sus operaciones, estimular la observancia de las políticas
prescritas y lograr el cumplimiento de su misión, objetivos y metas
Objetivos del control interno
El control interno tiene diversos
objetivos, pero los más importantes tiene que ver con la salvaguarda de los
activos de la organización, confiabilidad de los datos contables manejados por
ella, lo cual se encuentra asociado a su capacidad de corregir fallas cuando
ocurran errores, promoción de la eficiencia operativa, así como la adhesión a
la políticas establecidas.
En Venezuela las Normas
Generales de Control Interno de la Contraloría General de la República,
publicadas en Gaceta Oficial de la República de Venezuela N° 36.229 del 17-06-1997, establece
en su artículo 3 cuales son los objetivos del control interno, en el mismos se
menciona los siguiente:
que el
control interno de cada organismo o entidad debe organizarse con arreglo a
conceptos y principios generalmente aceptados de sistema y estar constituido
por las políticas y normas formalmente dictadas, los métodos y procedimientos
efectivamente implantados y los recursos humanos, financieros y materiales,
cuyo funcionamiento coordinado debe orientarse al cumplimiento de los objetivos
siguientes:
a) Salvaguardar el patrimonio público.
b) Garantizar la exactitud, cabalidad, veracidad y
oportunidad de la información presupuestaria, financiera, administrativa y
técnica.
c) Procurar la eficiencia, eficacia, economía y
legalidad de los procesos y operaciones institucionales y el acatamiento de las
políticas establecidas por las máximas autoridades del organismo o entidad
Estructura del control interno
El control interno se encuentra
estructura en cinco componentes: el ambiente de control, la evaluación de
riesgo, las actividades de control, la información y comunicación y
supervisión, seguimiento o monitoreo.
El ambiente de control. Se refiere a la existencia en la organización de un entorno en el cual la coexistencia con las actividades de control sea motivadora, naturales y hasta gratificante. En el cual el control sea visto como un mecanismo de mejoramiento continuo, que permite minimizar riesgos y en el que cada individuo aporta soluciones importantes. Para Estupiñan (2006) el ambiente de control “es el elemento que proporciona disciplina y estructura…se determina en función de la integridad y competencia personal de una organización; los valores éticos son elemento esencial que afecta a otros componentes de control” (p. 4).
Para Mantilla (1998), el ambiente
de control “consiste en la integridad, los valores éticos, y la competencia del
personal de la entidad, así como la filosofía y el estilo de operación de la
administración” (p. 9). El autor en referencia se refiere al “tono en los
alto”, lo cual significa que las máximas autoridades, debe propiciar con el
ejemplo la existencia de un ambiente propicio para el fortalecimiento del
control interno de los procesos, situación que redunda en beneficio de la
organización y de todos sus integrantes.
El ambiente de control influye de
manera decisiva en la forma como la organización diseña sus actividades, debido
a que impacta los objetivos y metas, en cuanto a la posibilidad de alcanzarlos.
Las instituciones con sólidos sistemas de controles internos, lo son por tener
a personas involucradas, con clara conciencia de su importancia en la
organización y de su responsabilidad en el éxito de la misma. Poseen fuerte
arraigo y compromiso institucional, siendo parte de una cultura organizacional
en el que control es un componente de ella. En fin, hacen gala de un tono por
lo alto positivo: el ejemplo de la moral, integridad y la ética desde arriba.
La evaluación riesgo. La organización para ejecutar sus actividades rutinarias debe enfrentar diversos riesgos financieros, de mercados y operacionales, entre otros. Unos alimentados por circunstancia externas y otras internas.
Los riesgos deben ser administrados
con el propósito de minimizar su impacto en la organización, pero para ello es
necesario evaluarlos, lo cual a su vez requiere que sean adecuadamente
identificados y analizados. Los riesgos deben asociarse con las metas y
objetivos que ponen en peligro, debido a que ellos merecen los mayores
esfuerzos y atención. Debe recordarse, que administrar tiene sus costos, por lo
cual el manejo de los riesgos debe efectuarse con criterios de economía y
eficiencia.
Evaluar los riesgos implica su
identificación y análisis, “que se relaciona con el logro de los objetivos; la
administración debe cuantificar magnitud, proyectar su probabilidad y sus
posibles consecuencia” (Estupiñan, 2006: p. 6).
La evaluación de riesgo debe
conllevar al establecimiento de políticas de administración que permita su
manejo, para ello es necesarios establecer las
normas y procedimientos para que haga posible de manera lógica
identificar los riesgos, cuantificarlos, valorarlos y minimizarlos.
Las actividades de control. Al respecto Coopers & Librand (1997), menciona que las actividades de control se refieren a “las políticas y los procedimientos que ayudan a asegurar que se llevan a cabo las instrucciones de la dirección. Ayudan a asegurar que se toman las medidas necesarias para controlar los riesgos relacionados con la consecución de los objetivos” (p. 5). Cada acción que se lleva a cabo en la institución tiene aparejado las correspondientes actividades de control. Desde la más simple transacción hasta la más compleja, son objeto de mecanismos de control interno: una firma, un sello, una revisión, una conciliación o una autorización, son ejemplo de ello.
Actividades de control bien
diseñadas y por supuestos, respetadas y justamente aplicadas, minimizan de
manera considerable la exposición de los riesgos. De allí su importancia para
la institución.
De acuerdo a Estupiñan (2006), las
actividades de control se clasifican en:
“Controles preventivos
Controles detectivos
Controles correctivos
Controles manuales o de usuarios
Controles de cómputos o de
tecnología de información
Controles administrativos” (p. 7)
La información y la comunicación. Un sistema de control interno eficiente debe permitir el manejo adecuado de la información que se genera en los procesos. Debe ser posible obtener, analizar y suministrar información que sea útil, oportuna y pertinente para los miembros de la organización y que permita que los mismos ejecuten sus actividades y cumplan sus responsabilidades de acuerdo a lo que se espera de ellos.
Es necesaria la existencia de un
sistema de información que permita, en tiempo real, el manejo de reporte e
informes útiles para la toma de decisión.
Supervisión, seguimiento o monitoreo. Las actividades que rutinariamente se ejecuta en una organización y las cuales con objeto del sistema de control interno, deben ser monitoreadas constantemente para verificar que el mismo esté funcionando adecuadamente, es decir que funcione según lo planificado. Esta situación es imprescindible para el manejo de los riesgos.
De lo antes señalado se desprende
que el monitoreo y seguimiento del control interno es un proceso continuo y
periódico que permite su evaluación constante, con lo cual se logra establecer
cuál es el nivel de funcionamiento del mismo. Todo ello permite, en caso de ser
necesario, tomar los correctivos que sean necesarios.
El mantenimiento de un sistema de
supervisión y seguimientos de los controles internos es muy importante en
entornos dinámicos, en los cuales los cambios son cada vez mas acelerados. Esos
cambios, ponen en riesgo de obsolescencia a cualquier mecanismo de control.
Acciones eficientes en el pasado, pueden no serlo en el presente, por lo cual
conveniente estar atento a ello, para ajustar cuando sea necesario, hecho que
asegura que el cumplimiento de los objetivos y la salvaguarda de los activo sea
posible.
Evaluación del control interno
Para planificar acertadamente el
proceso de auditoría es necesario conocer el sistema de control interno del
órgano objeto de la actuación. Mientras más robusto sean el sistema, menor
deben ser la pruebas sustantivas, siendo necesarios aplicar un conjunto de
pruebas de cumplimientos. Por tanto, resulta imprescindible evaluar el control
del interno.
Para evaluar el control interno
deben aplicarse un conjunto de pasos que permiten tener una idea clara de las
características del mismo. Siguiendo a Chavarria (2002),
El proceso general para lograr la compresión del
sistema de control y la verificación de su aplicación correcta en la realidad,
se divide en tres pasos:
-
Describir el sistema de
control interno de la organización: se logra por tres instrumentos: los
cuestionarios, las descripciones y los diagramas (en base a entrevistas y
observaciones)
-
Verificación de las
operaciones del sistema de control, para establecer que efectivamente los
controles descritos se están aplicando como fueron diseñados
-
Estudios y evaluación
del control interno, a través de la comparación del sistema con los parámetros
que proporciona la teoría administrativas con respecto de los requisitos de un
buen sistema de control interno…(p.111)
El programa de auditoría
Para Desarrollar un proceso de
auditoría eficientemente, debe planearse convenientemente, intentando con ello
tomar las previsiones que cada caso exija. Esto permitirá ejecutar la actuación
con los recursos estipulados, en el tiempo previsto y con los resultados
esperados. Por tanto, la fase inicial es fundamental y debe prestársele
especial interés en su diseño. En este sentido Bermúdez ( ) establece que el
proceso de auditoría “se inicia con un programa de auditoría, que resume el trabajo
de campo a desarrollar y sirve de guía en los procedimientos que se aplicarán,
cumpliendo así con las norma de planeación o planificación de la ejecución del
trabajo” (p. 65).
La elaboración del plan es
imprescindible para el éxito, pero el mismo debe ser traducido en términos
operativos, para que las acciones preestablecidas sean cumplidas cabalmente.
Por tanto, el detalle, la secuencias y el orden incrementa la posibilidad de que
la auditoria alcance los objetivos planteado. Es aquí en el que la elaboración
de los programas de auditoría y el uso de los papeles de trabajo juegan un
papel preponderante. A continuación se comenta brevemente cada uno de estos
elementos.
El programa de auditoría.
La etapa de planificación tiene como actividad de cierre el diseño y aprobación
de un instrumento fundamental, el programa de auditoría, que permite
operacionalizar los elementos relevantes establecidos en el plan. Es a través
de este medio por el cual se conecta los objetivos que se pretenden alcanzar en
la auditoria y los procedimientos necesarios para lograrlo.
El programa de auditoría es un
esquema secuencial de actividades detalladas que deben ejecutarse para alcanzar
los objetivos. Debe entenderse que un programa de auditoría no es un
instrumento rígido y que está sujeto cambios, en pro de dinamizar la actuación
y permitir que la misma se adapte a las realidades que pueden encontrarse a lo
largo de la auditoría. El Dr. Vicente Benítez (S/F) menciona que los programas
de auditoría son
Un plan de acción para guiar y controlar el examen:
Describe, en términos generales, el alcance del trabajo que se considera
necesario para permitir al auditor expresar una opinión sobre los estados
financieros y facilita un método ordenado para la ejecución de los procedimientos
de auditoría…(p. 51)
De acuerdo con el autor citado, los
programas guían la acción del Auditor, le marca un camino claro que debe
seguir, lo cual le orienta, permitiéndole optimizar el uso de los recursos. Al
mismo tiempo, le permite establecer elementos de control que lo realimentan y
lo reconduce al camino predefinido, evitando desviaciones innecesarias y
costosas. Resulta, entonces, que los programas de auditoría coadyuvan al
mantenimiento un orden y una coherencia, que incrementan la posibilidad de
éxito del trabajo desarrollado.
Los programas de auditoría deben
tener en cuenta lo siguiente:
1. Cada procedimiento de auditoría debe controlarse
por unidades de tiempo
2. Si el paso del programa requiere más de 3 o 4
horas, debe dividirse en pasos más detallados
3. Debe incluirse en el programa el tiempo para
presentación, conferencias y orientación
del personal
4. Incluir la revisión del archivo permanente
5. Incluir el tiempo estimado y tiempo real.
6. Cada paso del programa debe tener un orden lógico
7. Cuando se requieran procedimientos de auditoría
no previstos, debe incluirse al final del programa para incorporarlo en la
próxima auditoría
8. Los programas pueden clasificarse en:
·
Generales
·
Analíticos
·
Por áreas
9. El programa debe proporcionar un plan a seguir
10. El programa debe prepararse de forma tal que
oriente al auditor de los pasos que estén pendientes por realizar.
Los programas de Auditoria revisten
especial importancia debido a que permiten servir como guía de acción de la
manera como se debe desarrollar el trabajo de campo. Hace posible asignar y
distribuir de manera justa y equitativa las distintas tareas de la auditoria.
Ofrece, además, criterios para documentar el trabajo ejecutado, siendo factible
sistematizar la obtención de evidencia competente, relevante, oportuna y
suficiente, lo cual minimiza la pérdida de tiempo en acciones irrelevantes.
Para Holmes (1968), el programa permite, entre otras cosas la de
1) Servir de guía en los procedimientos que han de
adoptarse en el curso de la auditoria, o 2) servir de lista comprobante de las
fases sucesivas de la auditoria, a fin de no pasar por alto ninguna verificación
o ningún procedimiento (p.152)
Los procedimientos y técnicas en la auditoria
Para la realización de su labor el
Auditor debe ejecutar un conjunto de tareas y actividades que en conjunto
conforman los procedimientos de auditoría. Estos procedimientos deben ser planificados,
con el propósito de efectuar a las técnicas de recolección de información más
adecuada, en función a la naturaleza del evento a ser examinado. Para Bermúdez
(2007), “los procedimientos son los actos o prácticas realizadas mediante la
aplicación de técnicas para obtener evidencias suficientemente válidas, que nos
lleve a las conclusiones que se plasman en los informes o dictámenes” (p. 66).
Al referirse a la técnicas, el mismo autor menciona que las mismas son “el modo
de obtener y ejecutar las pruebas que soportan el informe final” (p. 66). Los
procedimientos establecidos deben asegurar que el juicio profesional del
Auditor es idóneo, y que la aplicación de los mismos permitirá las obtención,
manejo y análisis de información de un modo tal que permita emitir un juicio
sobre la razonabilidad de los estados financieros.
Los procedimientos surgen del
programa de auditoría establecido con anterioridad. En él se plantea las tareas
y actividades que deben ejecutarse, para lograr los objetivos planteado por el
Auditor, de acuerdo a lo convenido con su cliente.
Los procedimientos de auditorías
incluyen dos tipos de pruebas, la de control y las sustantivas. La primera son
aquellas que se realizan
para obtener evidencia de auditoría sobre la adecuación del diseño y operación
efectiva de los sistemas de contabilidad y de control interno. La otra prueba
se lleva a cabo para obtener evidencia de auditoría para detectar
representaciones erróneas de importancia en los estados financieros.
Los procedimientos
de auditoría serán más sólidos cuando los mismos procedan según Hernández y
Lizardo (2008), a partir de:
a.
Inspecciones,
constatación o comprobación directa.
b.
Observación de
controles.
c.
Reconstrucción de
hechos.
d.
Validación de datos de
pruebas.
e.
Confirmación de
terceros.
f.
Procedimientos
analísticos, probados en circunstancia similares y mediante muestra ajustadas,
calculadas con minimización del error aplicable (p. 29)
Los papeles de trabajo
La labor del Auditor y su equipo,
deben quedar sustentados en documentos que respalden su actuación. Estos son la
prueba fehaciente de las tareas desarrolladas en un lapso dado. Con ello es
posible tener una idea de la calidad del trabajo ejecutado y la confiabilidad
de los resultados.
Estos documentos recopilados,
ordenados, analizados, referenciados y archivados, son los papeles de trabajo.
Definición. Es
el conjunto de documentos que contienen los datos e información obtenida por el
auditor en su revisión y análisis, en los cuales se describen las pruebas realizadas,
los procedimientos aplicados y los resultados con los que se sustentan y apoyan
las observaciones, recomendaciones, acciones, opiniones y conclusiones del
informe correspondiente. De acuerdo a Estupiñan (2006), los papeles de trabajo
“incluyen todas la evidencias obtenidas por el auditor para mostrar el trabajo
que ha efectuado, los métodos y procedimientos que ha seguido y las
conclusiones que ha obtenido” (p. 37). Este mismo autor menciona que “en los
papeles de trabajo el auditor tiene las bases para preparar su informe, la
evidencia del alcance de su examen y la prueba de la responsabilidad
profesional tenida en el curso de su investigación” (ibídem).
Por su parte, Bermúdez (2007), comenta que los
papeles de trabajo son “todos los documentos que sirva de apoyo para el
conocimiento, confrontación, verificación, etc, es un papel de trabajo, lo
cuales son conocidos también como cédulas o planillas de trabajo. En ellos el
auditor escribe su labor” (p. 67). Estos documentos forman parte del expediente
que respalda la actuación efectuada por el Auditor, por lo cual de suma
importancia para evaluar la calidad, eficiencia y transparencia de su
desempeño.
Los papeles de trabajos
permiten sistematizar, agilizar y hacer más eficiente la labor del Auditor y su
equipo. De acuerdo a Benjamín (2007) los papeles de trabajo “no son otra cosa
que los registros de donde se describen las técnicas y procedimientos
aplicados, las pruebas realizadas, la información obtenidas y a la conclusiones
a la que se llega” (p. 88). Estos documentos ofrecen los soportes necesarios
que permiten al Auditor sostener su trabajo en las distintas circunstancia que
pudieran presentarse a lo largo de su actuación.
Dentro del proceso de
auditoría, los papeles de trabajos son el enlace entre los momentos de
ejecución y de la conclusión o informe, debido a que aquellas contienen las
evidencias, los soportes o las pruebas, que permiten establecer una opinión
razonable del evento objeto de examen.
Requisitos. Los papeles de trabajo deben reunir los requisitos siguientes:
1.
Que sean útiles y
necesarios.
2.
Que cada documento
contenga información de la misma naturaleza, y en general que guarden
inequívoca correspondencia con los procedimientos aplicados y con las
observaciones, conclusiones o recomendaciones contenidas en los informes.
3.
Que su
contenido sea claro, preciso y redactado
en forma impersonal.
1.
Servir de registro
en las intervenciones efectuadas, para mostrar en detalle la secuencia de la
labor cumplida en el área, actividad u operación analizada.
2.
Constituir el
respaldo de los informes, por cuanto deben proporcionar las evidencias que
sustenten, expliquen y justifiquen las observaciones, conclusiones y
recomendaciones formuladas.
Clasificación. Los papelesde trabajo se clasifican así:
1.
Los vinculados con
la ordenación, planificación y programación de la intervención, tales como el
oficio credencial, el memorándum de designación, el programa de trabajo, las
instrucciones de los supervisores, las cuantas e informes de los auditores y
demás documentos afines.
2.
Los derivados de la
actividad analítica, elaborados por el auditor a partir de la aplicación de los
procedimientos y técnicas apropiados para el tipo de intervención, tales como
Cédulas de trabajo, Cédulas Sumarias, Cédulas de Hallazgos, Minutas, acta,
encuestas, cuestionarios de control interno, así como oficios, solicitudes de
recaudos y demás instrumentos para el requerimiento de información a la entidad
u organismo controlado.
3.
Documentos donde
consten los resultados de la intervención, tales como informes parciales,
preliminares, del auditor, definitivo o institucional.
4.
Los enmarcados de
la entidad controlada o de otros organismos externos que constituyan medios
idóneos para sustentar las observaciones, conclusiones y recomendaciones
derivadas de la intervención fiscal.
Normativa específica. Siguiendo la
Declaración sobre Normas y Procedimientos de Auditoría Interna No.2 (DNAI No.
2), emitida por la Federación de Colegios de Contadores Públicos de Venezuela,
que se refiere a “Documentación de Trabajo de Auditoría Interna”, debe
comentarse que los papeles de trabajo deben proveer suficientes detalles de la
información que sustentan los puntos encontrados en la auditoria, y los
comentarios que, en ellos se expresan, ofrezcan el resultado esperado, para
generar recomendaciones pertinentes, bien fundamentada.
En pocas palabras, los papeles de
trabajos deben constituirse en evidencias cuyas características básicas deben
ser las siguientes:
1. Suficiente:
Esto significa que debe estar sustentado en hechos, adecuado y convincente.
2. Competente:
Es decir que sean confiable, y cuya obtención se logre a través del uso de
técnica de auditoría apropiado.
3. Relevante:
Debe apoyar los hallazgos y recomendaciones de la auditoria y ser consistente
con sus objetivos.
4. Útil:
Que ofrezca bases sólidas para sostener los hallazgos y recomendaciones.
Utilidad de los papeles de trabajo. Los papeles de trabajo (P.T.) le permiten al Auditor llevar a cabo su labor de forma organizada. La documentación de las distintas actividades que se ejecutan en una auditoría permite tener un control adecuado de los hallazgos que pudieran obtenerse, lo cual se verá reflejado en el informe final.
Otra utilidad que puede observarse
en el manejo de los P.T. es la posibilidad que ofrecen los mismos de soportar
los comentarios del auditor con respecto a la labor que ejecuta.
Indudablemente, los P.T. son un medio
estelar para dejar evidencia cierta del trabajo llevado a cabo por el Auditor.
Estos documentos permiten comprobar las actividades realizadas dentro de la
auditoria, la calidad, economía y eficiencia existente dentro de las mismas.
Los P.T. son un mecanismo auxiliar
de supervisión, que junto a los planes y programas, hacen posible efectuar un
seguimiento adecuado del equipo de trabajo.
Para la culminación del proceso de
auditoría en un informe escrito, los P.T. tienen una importante utilidad,
debido a que facilita la realización del mismo. Cualquier aseveración, prueba o
conclusión que se plasme en el informe debe estar respaldado suficientemente en
los P.T.
A la luz de los P.T., los
involucrados en el proceso de la auditoria pueden discutir las observaciones,
conclusiones y recomendaciones generadas a lo largo de la actuación. Evidencia
en manos, es posible revisar los P.T., analizarlos, verificarlos, cotejarlos,
en fin, manejarlo, con lo cual es viable mejorar los resultados finales de la
actividad.
Por último, los P.T. son sumamente
importantes debido a que proporciona apoyo ante reclamos de seguros, casos de
fraude y litigios judiciales.
Contenido de los papeles de trabajo. El contenido de los papeles de trabajo puede variar de acuerdo a la naturaleza del trabajo ejecutar, el informe a presentar, condiciones de los registros de la organización, información financiera, administrativa, de gestión y otras informaciones necesarias para el Auditor. Sin embargo, a pesar de las particularidades de cada auditoria, los papeles de trabajo deberían contener los siguientes datos:
·
Nombre de la
organización a la cual se le realiza la auditoria
·
Área o cuenta que se va
a examinar
·
Periodo del examen a
efectuar
·
Nombre del Auditor
·
Fecha en que el auditor
realiza el trabajo
·
Nombre del supervisor
del trabajo
·
Fecha en que el revisor
realiza su trabajo
·
Índice de la hoja de
trabajo
·
Referencia cruzadas,
preferiblemente alfanumérica
·
Marcas de auditoria
·
Observaciones y
conclusiones
Propiedad y custodia de los papeles de trabajo. Los
papeles de trabajo, de acuerdo a Gardiner (2009) son elaborado por el Auditor,
los cuales prueban que actividades que realizó, como lo realizó y que resultado
alcanzó. Son de su propiedad y no tiene la obligación de entregarlo. Sin
embargo, la DNAI No. 2, ofrece una versión distinta en cuanto a la propiedad y
custodia de los papeles de trabajo. En este documento se comenta que los
papeles de trabajo son propiedad de la organización y deben ser custodiados y
bajo el control del departamento de auditoría interna.
Los papeles de trabajo deben ser
confidenciales, accesible solo a personas autorizadas, que por razones
laborales requieran de la información plasmada en esos documentos.
En casos muy específicos, los
papeles de trabajos pueden ser solicitados y entregados, bajos criterios de
resguardo y seguridad comprobados, a entes externos, tales como la Contraloría
General de la República, tribunales judiciales, cuando se ventilen casos de su
interés, compañía de seguros, para atender reclamos, entre otros.
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Pyle, W.; White, J. y Larson, K. (1985). Principios fundamentales de contabilidad. México: Compañía Editorial Continental, S.A. de C.V.
=====================================================================
AUDITORIA Y CONTABILIDAD
La auditoría
es un proceso llevado a cabo por un Contador Público independiente
examina, investiga o revisa la información que reflejan los estados
financieros emitido por una empresa, lo cual le permite ofrecer un
opinión o dictamen, referente a la razonabilidad de las cifras
presentadas en esos estados financieros.
Por su parte, la contabilidad
es para algunos autores, como Pyle, White y Larson (1985) un “arte”,
mientras que para otros (Cañibano, 2001) es una “ciencia”; para el autor
de esta asignación la contabilidad es una ciencia, debido a que posee
un conjunto de principios, teorías y leyes de riguroso cumplimiento. De
acuerdo a ello, puede definirse a la mencionada ciencia como aquella que
se encarga del registro, clasificación, acumulación, análisis y
presentación sistemática de información cuya naturaleza es económica,
que se genera de las transacciones monetarias que realiza una
organización.
Entre la auditoría y la contabilidad existe una estrecha relación,
debido a que la primera se encarga de revisar la transparencia de las
cifras generadas por la segunda. Es decir, la contabilidad ofrece la
materia prima que es utilizada en el proceso de auditoría. Entre ambas
actividades existen algunas diferencia importantes: quien realiza la
auditoría y distinto de quien presenta la cifras a ser examinadas. la
contabilidad debe registrar todas la operaciones llevadas a cabo en un
periodo contable, mientras que en la auditoría será suficiente contar
con una muestra representativas de todas esas transacciones, para tener
una opinión razonable de la confiabilidad de las cifras.
La auditoría presenta diversas clasificaciones. De acuerdo a quien
la realiza puede ser interna o externa. La primera (mendívil, 2010), es
aquella efectuada por profesionales dependientes del negocios, la cual,
generalmente se enfoca en aspecto específicos del negocio. La externa,
es ejecutada por profesionales independiente de la empresa, y
básicamente, su examen se realizan a los estados financieros. También
existen otros tipos de auditorías especializadas como las operativas,
las administrativas, la ambientales, las de gestión, las forenses, entre
otras. Todas ellas, utilizan métodos de trabajo similares, lo que
cambia es el foco de estudio.
La contabilidad basa su accionar en los Principios de Contabilidad
Generalmente Aceptado (PCGA), las Normas Internacionales de Contabilidad
(NIC) y las Normas Internacionales de Información Financiera (NIFF),
las cuales establecen los elementos normativos de estricto cumplimiento
por parte del gremio de Contadores Públicos, en el manejo de la
información contable. Por su parte, la auditoría se apoya en las Normas
Internacionales de Auditoría (NIA), las Declaraciones de Normas de
Auditoría (DNA) y la Normas Auditoría Generalmente Aceptada (NAGA). Esta
última establece los procedimientos de auditoría de aceptación general,
que hace posible estandarizar las acciones llevadas a cabo durante
cualquier auditoría y que permite la realización de un trabajo con
calidad por parte del auditor independiente. En la actualidad existen
diez (10) NAGA vigente, la cuales son: entrenamiento y capacidad
profesional, independencia, cuidado o esmero profesional, planeación y
supervisión, estudio y evaluación del control interno, evidencia
suficiente y competente, aplicación de la PCGA, consistencia, revelación
suficiente y opinión del auditor.
En conclusión, las tanto la contabilidad como la auditoría, como rama
profesional se encuentran sujetas a un conjunto de normas
internacionales de aceptación general, que regulan su desempeño. Ambas
se encuentran íntimamente relacionadas, debido a que una se vale de la
otra para su examen y evaluación de la razonabilidad de la información
que ofrece a sus usuarios. La Contabilidad ofrece las cifras y la
auditoría la examina.
Referencias Bibliográficas.
Cañibano, L. (2001). Contabilidad: análisis contable de la realidad económica. 7ma edición. Madrid: Ediciones Pirámide.
Mendívil, V. (2010). Elementos de auditoría. Sexta edición: México: Cengage Learning Editores.
Pyle, W.; White, J. y Larson, K. (1985). Principios fundamentales de contabilidad. México: Compañía Editorial Continental, S.A. de C.V.
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